Muchas veces parece que el uso de la palabra “creatividad” está en cierta manera acotada al mundo del arte, como sí sólo un escultor o un pintor tuvieran el derecho a ser personas creativas, pero lo cierto es qué en cualquier ámbito es necesario crear nuevas ideas y conceptos y que, todas las personas en mayor o menos medida somos creativos.
En el mundo de la cocina actual, la capacidad de crear nuevas ideas es fundamental. Desde mi punto de vista, en un mundo tan globalizado como en el que vivimos, el hecho de generar nuevas ideas y conceptos y la asociación de estos alrededor de tu trabajo es lo único que realmente genera un hecho claramente diferenciador entre tu cocina y el resto del mundo…
Si tienes pasta y criterio puedes comprar las mejores lubinas o los mejores vinos o el mejor local… pero lo que realmente te hace diferente es lo que no puedes comprar con dinero: tu propia capacidad de procesar tu memoria y tus recuerdos, la percepción de lo que te rodea, la relación de semejanza con cosas distintas y el tratamiento de tus emociones y de tus sentimientos harán de tu cocina un hecho único y personal.
Esta reflexión es la que nos ha llevado en nuestro restaurante a dar a este tipo de procesos toda la importancia que creemos deben de tener en todo lo que hacemos y a tomar la determinación de parar nuestro servicio al público durante tres meses al año con el fin de seguir trabajando a puerta cerrada creando no sólo nuevos platos, salsas, texturas,… sino toda una serie de pequeñas cosas como vajillas, cubiertos, grafismos, cuentos, historias y otros muchos más detalles que conformaran la experiencia de nuestros comensales en la nueva temporada.
Nuestro estilo de trabajo y de cocina está basado en la continua evolución y, en proporcionar a nuestros clientes diferentes sabores, texturas e ideas para que cada temporada sea diferente, por eso, estoy convencido que debemos, cada vez más, fomentar nuestra propia creatividad.